Washington – El Joe Biden 1.0 mostraba un perfil de abuelo tranquilo, un veterano discreto que salía de su retiro en 2020 para sanar a una nación profundamente dividida por Donald Trump. Un año después, el mundo conoce al Biden 2.0: un luchador frustrado y molesto.
Biden podría resumir así la exasperación de sus primeros doce meses en la Oficina Oval, que se cumplirán mañana.
Biden podría resumir así la exasperación de sus primeros doce meses en la Oficina Oval, que se cumplirán mañana.
Giro
Si 2021 vio a un Biden moderado, parece que 2022 presentará una versión con un volumen más alto y beligerante: un presidente que se queda sin tiempo, paciencia y aliados para salvar lo que queda de sus ambiciones.
Biden asumió el cargo el 20 de enero de 2021, a los 78 años, y se convirtió en el hombre de mayor edad en convertirse en presidente de Estados Unidos, con desafíos increíbles por enfrentar.
El covid-19 estaba fuera de control, los partidarios de Trump habían intentado anular las elecciones presidenciales apenas dos semanas antes, la economía estaba en coma y las alianzas de Estados Unidos en todo el mundo se tambaleaban por la conmoción de Trump.
La respuesta de Biden a todo eso, sin mencionar las tensiones explosivas sobre el racismo después de que una serie de estadounidenses negros fueran asesinados durante arrestos fallidos, fue prometer competencia, decencia a la antigua y unidad.
“Toda mi alma está en esto. Unir a Estados Unidos, unir a nuestra gente”, prometió Biden en su discurso inaugural. E incluso parecía tener la oportunidad de lograrlo.
Los demócratas controlaban por poco ambas cámaras del Congreso, Trump había sido desterrado de Twitter y las vacunas contra el covid-19 estaban listas.
“Había grandes expectativas de que Biden, dada su experiencia y su conocimiento de Washington, pudiera hacer que los trenes volvieran a funcionar a tiempo”, explica Lara Brown, directora de la Escuela de Graduados en Gestión Política de la Universidad George Washington. “Se trataba de un regreso a la normalidad”.
Era adversa
Ahora, en el comienzo del segundo año de Biden, este se encuentra acosado por las variantes delta y ómicron del coronavirus, con un país cada vez más dividido y frente la probable pérdida del Congreso ante los republicanos en las elecciones intermedias de noviembre. Así, la suerte de Biden a los 79 años parece haberse agotado.
Con una mayoría de solo uno en el Senado y apenas un poco más que eso en la Cámara de Representantes, su enorme plan de gasto social, el “Build Back Better” (Reconstruir Mejor), es un cadáver.
Lo mismo ocurre con el paquete de derecho al voto que, según él, es necesario para salvar la democracia estadounidense de los partidarios de Trump.
Ideología
Siendo un centrista de corazón, Biden no ha logrado conectarse con la derecha ni satisfacer a la izquierda de su propio partido. Como ahora está descubriendo, el centro de hoy es difícil de encontrar.
Las encuestas de aprobación de promediadas por fivethirtyeight.com le dan un bajo 42%, en baja desde el 53%. Una encuesta reciente de Quinnipiac registró un apoyo de un inquietante de 33%. En el exterior, el panorama es similar. Si bien a los aliados mundiales les gusta que Estados Unidos no esté gobernado por Trump, la humillante salida militar del país de Afganistán torpedeó el aura de profesionalidad de la administración Biden.
Rusia parece despreocupada, ya que concentra tropas en la frontera de Ucrania. Todo ello supone un amargo despertar de los días en que la Casa Blanca bullía de idealismo y hablaba de Biden como si fuera Franklin Roosevelt, quien lideró a Estados Unidos durante la Gran Depresión en la década de 1930.
“Su optimismo, combinado con la expectativa pública de que todo esto se resolvería, los llevó por un camino de arrogancia”, dijo Brown.
Todavía hay un escenario en el que Biden puede salir victorioso: la pandemia se agota, la economía se estabiliza, la inflación retrocede y, con el subsiguiente factor de bienestar, Biden logra que su partido revierta esas derrotas legislativas justo a tiempo para las elecciones de medio término.
Sin embargo, el resultado más probable para 2022 es que continúen las luchas internas demócratas, seguidas por una eventual victoria de los republicanos en una o ambas cámaras del Congreso en noviembre.
“No busqué esta pelea”, dijo en otro dramático discurso este mes, esta vez para conmemorar el aniversario de la toma del Capitolio por parte de los partidarios de Trump el 6 de enero. “Pero tampoco me voy a asustar”, advirtió.
Agencia AFP