Después de meses en los que el Gobierno tuvo dificultades para colocar deuda en pesos, la semana pasada volvió a conseguir financiamiento neto y por un monto relativamente significativo: $124.000 millones. A diferencia de principio de año cuando sucedía algo similar, hoy los precios se aceleraron, la brecha cambiaria es sustancialmente mayor, el Banco Central tuvo que subir la tasa más de lo esperado y lo mismo tuvo que hacer con el dólar, que se mueve más cerca de la inflación hace un tiempo atrás. 

La corrida de junio sumada a la incertidumbre producto del recambio en el Ministerio de Economía sacó a los pesos de la deuda del Tesoro y obligó al Banco Central a salir como garante de última instancia. Hoy esa dinámica parece haberse calmado, y el fuerte traspaso de pesos que van desde bonos del Tesoro a deuda del Banco Central es más estable. 

Si miramos adonde fueron los pesos, hoy hay más en el Banco Central: $1,36 billones, principalmente en Leliqs con duración de 28 días y en segundo lugar, pases pasivos con un día de plazo. Como contracara, el stock de deuda en pesos en manos de acreedores privados cayó más de $800.000 millones: llegó a caer más de un billón de pesos, pero esa diferencia se achicó estos últimos días con la última licitación y con el hecho que gran parte de la deuda se actualiza con la inflación. 

EL ECONOMISTA

Más noticias