¿Cómo ve la semana financiera Nery Persichini, Head of Research & Strategy de GMA Capital?
La tensión es extrema. Para encontrar niveles de brecha cambiaria superior al 160%, hay que remontarse a los años 70, en la previa del Rodrigazo. Por aquel entonces, el atraso de precios relativos era fenomenal. Y el combo de devaluación, salariazo y vacío de poder se encargó de configurar la tormenta perfecta. Hoy no tenemos semejante nivel de desequilibrios, pero la crisis política y la escasa reacción del Gobierno pavimenta el camino para un evento disruptivo. La espiral en la que el dólar libre ingresó ya no responde solo a fundamentos de la economía. En este territorio sin cartografiar desde fines de los 80, importan más las expectativas y la confianza. Ya no hay espacio para gradualismo. Hace falta un golpe de timón desde la política. Mientras tanto, la economía está paralizada. Nadie pone precios ni vende más mercadería que la que sabe que puede reponer a un valor más o menos cierto. La combinación de expectativas desancladas y endurecimiento del cepo fueron los facilitadores de este proceso. Con inflación y congelamiento de la actividad, la recesión, ese destino al que la política no quiere llegar soltando el dólar oficial, es una certeza. En este marco de incertidumbre, un dólar libre de $ 330, corregido por inflación local e internacional y tipos de cambio de nuestros socios comerciales, es 20% superior a aquel registro de overshooting de junio de 2002 (máximo de $3,8) durante la presidencia de Duhalde. No parece ser un valor de equilibrio, como tampoco lo es la cotización oficial a $130, que representa un nivel de competitividad 9% más bajo que el vigente en la previa de la devaluación de enero de 2014.