Ayer, en una reunión en Washington en la que se saborearon unos ricos alfajores, la ministra Silvina Batakis empeñaba todas sus fuerzas para convencer a inversores y representantes de grandes fondos de inversión que deben volver a confiar y a invertir en Argentina: no hay ninguna razón para que un título público nacional esté cotizando a una paridad de US$ 17 por cada 100 de valor nominal, cada vez más cerca de los US$ 10 de Venezuela y ni que hablar si se compara con los US$ 27 que sufre la actualmente disruptiva Sri Lanka.

Pero mientras se relamía con el alfajor y Batakis hablaba de orden fiscal, de búsqueda de equilibrio en las cuentas públicas, uno de los asistentes iba deslizando su dedo índice sobre su celular, sin perder atención ni en el discurso de la ministra ni en lo que veía. 

Justo en el momento en que Batakis afirmaba que está a la firma la orden para unificar todas las cuentas en Economía, y con eso tener el control total del gasto, el inversor veía con ojos desconcertados que Alberto Fernández anunciaba el reparto de un nuevo bono para los movimientos sociales que están preparando una marcha, para ir a la Exposición Rural este sábado, y reclamar que en este momento de emergencia el campo tiene que liquidar la soja que tanto necesitamos.

EL ECONOMISTA

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