En un día muy complicado, en el que ni refregándose los ojos cualquier argentino no hubiera podido imaginar en ficciones como “La dimensión desconocida” o “Un paso al más allá”, en medio de una anarquía incomprensible, con bloqueo a los neumáticos, piquetes, acampes, colegios tomados, vuelos suspendidos y otras yerbas, el dólar blue volvió a despertarse, las acciones sufrieron, los bonos se hundieron y el riesgo país trepó hasta colocarse a las puertas de los 2.700 puntos básicos.

Evidentemente, la llegada de Sergio Massa al poder, algo que Cristina Kirchner terminó aceptando obligada para que el Gobierno de los Fernández no cayera, acaba de terminar su luna de miel: quiso hacer un intento de leve baja del gasto público, pagó más por la soja y por granos futuros para juntar algunas reservas y pasar la auditoría del FMI, pero sigue sin aparecer un plan global concreto. Se habla con insistencia de una modificación cambiaria que se anunciaría el sábado, pero con un Gobierno que está enfocado en dominar la Corte Suprema y eliminar las PASO, un toque cambiario sin otras señales precisas servirán, únicamente, para llevar la ya altísima inflación a un escalón más arriba, sin solucionar nada.

Por eso, mientras las condiciones financieras globales se siguen embraveciendo cada vez más, una economía débil y desorganizada como la de Argentina es la que más sufre, y ayer el riesgo país subió a niveles de países en guerra o con hambrunas, al trepar otras 81 unidades y saltar hasta los 2.677 puntos básicos.

EL ECONOMISTA

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