Los mercados financieros acaban de tener otra semana negra, la segunda consecutiva. Al compás de la Fed, se acabaron los dólares dulces. El titular de la Reserva Federal Jerome Powell lo dijo con todas las letras: “Cuanto más tiempo haya inflación alta, más complejo será enfrentarla, por lo que el foco será bajarla, y mantener el nivel de empleo pasa a ser algo secundario”.

Como un cirujano, en pleno quirófano, la Fed (de manera unánime, con el voto de sus 18 directores) subió la tasa contado de EE.UU. al 3,25% anual, y se esperan más subas de acá a fin de año (del 0,75% en noviembre y 0,5% en diciembre) hasta llevarla a 4,5% anual. 

Este incremento tuvo impacto inmediato en las tasas largas: ya está en el 4,1% anual la tasa a 1 año y en el 3,7% a 10 años, el nivel más alto desde la crisis de 2008 (cuando hubo un colapso por las hipotecas, con la quiebra de Lehman Brothers, un enorme banco de inversión que había sido fundado en 1850.

EL ECONOMISTA

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