Con las primeras señales de recesión en casi todas partes, el freno en la actividad económica va castigando de manera diferente a cada uno de los mercados. Ayer siguieron presentándose balances trimestrales (con cierre a septiembre) en la Bolsa de Nueva York, la mayoría todavía sigue llegando con ganancias (claramente menores, pero con números aún en verde) y con esa condición, casi todas las bolsas del mundo mostraron ayer otro día en positivo, situación que lamentablemente no pudo ser repetida por la Bolsa de Buenos Aires.
Las perspectivas que van mostrando los informes internacionales sobre la economía norteamericana, e incluso la latinoamericana, parecen mostrar que habrá una zona complicada que puede durar seis o nueve meses, pero se ve una luz al final del túnel. Donde el panorama luce un poco más oscuro es en Asia, sobre todo en Europa y en Argentina el horizonte luce ciertamente complicado por dos razones estrictamente económicas (además de las políticas): la sequía plantea una cosecha muy flaca con escasez y llegada de pocos dólares y la montaña de deuda por vencer en los próximos diez meses luce como un paredón imposible de saltar.
Hoy, con un anuncio tardío (porque en general la secretaría de Finanzas da a conocer sus propuestas con dos días de anticipación) Rubinstein enfrentará una licitación de deuda menor: vencen $162.000 millones, la mayor parte está en manos privadas, y para poder renovar y poder pagar lo que vence ofrece tres papeles: una Lelite a 19 días de plazo a los fondos comunes de inversión y dos letras a los denominador formadores de mercado: una a tasa de interés con vencimiento dentro de cinco meses y otra ajustada por CER con vencimiento dentro de siete meses.