Si bien el Covid 19 se inició hace ya tres años, su impacto masivo mundial se sintió desde marzo de 2020, y la invasión de Rusia a Ucrania comenzó hace ocho meses y medio, provocando un descontrol global aún mayor en las materias primas, y ese conflicto aún no termina.
Para enfrentar la parálisis que provocó la pandemia, todos los bancos centrales del mundo, sin excepción, se lanzaron a emitir dinero sin fin, entregando bonos de ayuda a las familias, triplicando el dinero en circulación que había en el mundo. Por supuesto, el Covid, la guerra y la ultra liquidez despertaron a otro demonio: la inflación más alta en 30 o 40 años en casi todas partes.
Por supuesto, esa realidad ya es conocida por todos. El gran tema es que para apagar el incendio de los precios, a partir de agosto de 2020, en una movida encabezada por la Reserva Federal de EE.UU. pero seguida por casi todos los bancos centrales, la solución fue recuperar el dinero arrojado tomando deuda y pagando tasas de interés cada vez más altas.