En un día caótico, con señales cruzadas de todo tipo, el mercado argentino terminó encerrado en una enorme contradicción: a pesar de que el Indec midió una inflación de octubre inferior a la que se venía estimando (6,3% contra 6,7% de las consultoras), los dólares libres pegaron un salto, con el BCRA perdiendo otra fuerte cantidad de reservas y tomando más deuda en Leliq. 

La explicación que entregaron los analistas a este cruzamiento de reacciones tuvo que ver con “una masiva huida del peso, que se quema en los bolsillos y también en los plazos fijos que hay en los bancos, por lo que ahorristas e inversores buscan diferentes salidas: algunos van a refugio clásico que es el dólar, otros se esperanzan con que en 2023 llegará otro gobierno y apuestan por las acciones y los más osados se dolarizan comprando bonos globales que tienen precio basura y subirán pese a una segura reestructuración, mientras el BCRA sostiene el precio de los bonos en pesos con más emisión, es decir más pasto para el incendio de todos los precios de la economía”.

Lo paradójico de toda esta situación, mientras el Presidente (con un problema de salud en Bali) le sigue echando la culpa de la inflación a la guerra, en buena parte de los países empieza a haber precios a la baja, pero aquí -según el Indec – octubre dio 6,3%, en lo que va del año se acumula un 76,7% y en los últimos doce meses el incremento salta al 88%. Tratando de buscar la parte medio llena del vaso, el economista Andrés Borenstein de Econviews destacó que “la inflación núcleo estuvo abajo del 6% y dadas las circunstancias no fue tan malo, aunque definitivamente no hay nada para festejar”.

EL ECONOMISTA

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