El mercado le tiene medido el aceite al Gobierno. Sabe a la perfección cuánta deuda en pesos tiene que pagar. Y la montaña que debe en los próximos diez meses es tan gigantesca, con un cambio de Gobierno un mes después, que no hay manera de que le preste pesos nuevos.
El resultado de la licitación del viernes pasado fue otro manotazo de ahogado, y un botón de muestra de lo que viene. Y, según parece, al menos por ahora, el esquema planteado por el Gobierno es morir con las botas puestas: el BCRA emitirá pesos sin parar, comprará bonos en el mercado secundario. Luego, en las licitaciones le entregará esos bonos al Tesoro, y de ese modo de manera unilateral el Gobierno actual le pasará la abismal deuda al Gobierno que venga. Una prueba de esa estrategia fue la mala licitación de deuda que realizó el equipo de Massa el viernes pasado. Hubo apenas 620 ofertas, casi todas de organismos públicos, casi sin privados. Ese día el Gobierno captó $165.866 millones en Lelites, Ledes y un Bonte. El 74% de lo captado fue en un Bono del Tesoro nacional en pesos a tasa Badlar privada por 0,70 con vencimiento 23 de noviembre de 2027 (tb27p – nuevo), es decir en el final del mandato del Gobierno que asumirá en diciembre de 2023. El 16% fue en una letra de liquidez del Tesoro nacional en pesos a descuento con vencimiento 16 de diciembre de 2022 (nueva) es decir dentro de 25 días. Y el 10% restante fue en una letra del Tesoro nacional en pesos a descuento con vencimiento 31 de marzo de 2023 (s31m3 – nueva) es decir dentro de 130 días.
Por la avalancha de vencimientos que hay por delante, el plan que tenía el Gobierno era captar el viernes pasado al menos $231.000 millones, pero no lo logró (obtuvo $65.000 millones menos). Y ahora en las tres licitaciones que quedan hasta fin de año aún queda deuda por rolear por $644.263 millones, que vencen en los próximos cuarenta días, de los que sólo en diciembre $ 350.000 millones están en manos privadas.