“Europa es otra cosa”, “la única salida es Ezeiza”, “Argentina es inviable” son las frases que se escuchan a diario seguidas de las razones por las que irse del país.

Pero no todo es color de rosa. Emigrar no es fácil y menos en un contexto mundial adverso tras una pandemia que puso en jaque a todas las economías y sistemas de salud del mundo, y una guerra que hizo disparar los precios de la energía y los alimentos.

Según un informe del Banco Mundial, el crecimiento mundial se está desacelerando marcadamente debido a la elevada inflación, el aumento de las tasas de interés, la reducción de las inversiones y las perturbaciones causadas por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania.

La entidad afirma que el problema será generalizado: en las economías avanzadas el crecimiento se desacelerará del 2,5% en 2022 al 0,5% en 2023 y en los mercados emergentes y las economías en desarrollo, la actividad se contraerá desde el 3,8% al 2,7%, respectivamente.

En Estados Unidos, el crecimiento caerá al 0,5%, 1,9 puntos porcentuales por debajo de los pronósticos anteriores y el desempeño más deficiente fuera de las recesiones oficiales desde 1970.

En lo que respecta al mercado laboral, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se espera que el desempleo aumente levemente en 2023, en unos 3 millones, hasta alcanzar los 208 millones de desempleados (valor equiparable a una tasa de desempleo mundial del 5,8%).

EL ECONOMISTA

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