Pese a advertencias de la OCDE y de varios bancos de inversión, que pronostican un año recesivo para 2023, con marcada desaceleración respecto de este año (el PBI de Argentina, por ejemplo irá de 4% de este año a 0,5% del año entrante), las bolsas mundiales actuaron en general sostenidas, los bonos globales también mejoraron, y a los papeles argentinos les pasó algo parecido: tanto acciones como bonos locales estuvieron en alza, con un riesgo país que casi no se movió (bajó 2 unidades hasta 2.425 puntos básicos). Pero hubo una diferencia: el dólar global acusó un retroceso contra caso todas las monedas, pero en la Argentina 14 de los 15 dólares de Alberto volvieron a registrar presión alcista.

A pesar de que los especialistas avisan, diciendo que las ganancias de las empresas irán a la baja y que es altamente probable que durante todo el 2023 el índice Standard & Poor’s 500 de Nueva York (considerado el más representativo y diverso del mundo) se estancará en los 4.100 puntos durante todo el año, es decir en el mismo nivel que tuvo ayer, los inversores especulativos volvieron a apostar por las acciones, Wall Street subió, y todas las miradas están en el 14 de diciembre próximo, día en el que el titular de la Fed Jerome Powell dirá (con un dato de empleo más y otro de inflación, el IPC de noviembre) de qué tamaño será la suba de la tasa de interés base de EE.UU.

Como la última inflación núcleo dio alguna muestra de freno, y como algunos sectores ya muestran problemas de actividad, ahora muchos piensan que la tasa corta quedará en 5%, sin que haya muchas voces que la ven más arriba. Eso compite con tasas del 7% anual que pagan bonos privados AAA. Y como la inflación es alta, esa tasa no es vista como una gran compensación, y en consecuencia se sigue comprando acciones, avisando además que el súper dólar actual puede sufrir un importante retroceso, luego de haber subido en el último año y medio más del 15% contra una canasta de monedas internacionales.

EL ECONOMISTA

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