Más allá de lo que pase en Qatar, el mundo sigue rodando y debemos abrir muy bien los ojos porque acabamos de superar una semana pasada rara: fue corta en Argentina (con dos feriados) y con datos económicos muy robustos en EE.UU., que puso a los inversores en activos de riesgo con los pelos de punta.
Esta situación global inquietante se dio con una liquidación menor a la esperada de parte de los productores con el dólar soja 2.0: como los alquileres de los campos se pagan con porotos y no con papel moneda, se ve que los $230 por dólar que se pagan en diciembre no es un valor suficiente, las reservas del BCRA no crecen con la velocidad esperada, y los mercados cambiarios se alteran acá, allá y en todas partes.
A la espera de lo que esté por venir, el dato probablemente más determinante del viernes pasado fue la completa inversión de la curva de las tasas largas de EE.UU. En un mercado que está funcionando sin esperar sobresaltos, las tasas más cortas en general son más bajas que las más largas. Pero ahora se da todo lo contrario: el viernes se pagó por los bonos de la Fed 4,7% anual a 1 año de plazo, 3,8% a 5 años, 3,6% a 10 años y 3,6% a 30 años.