En un día con duras complicaciones desde lo económico y desde lo político, el mercado financiero argentino experimentó claras reacciones negativas en todos los frentes: subieron 15 de los 16 dólares de Alberto (con la cotización fuga volando), la Bolsa porteña también perdió precios y hubo caída en bloque para los ADR argentinos que cotizan en Nueva York, y los bonos tuvieron otro resbalón, que provocó una segunda suba del riesgo país, que saltó 52 unidades hasta rozar otra vez los 2.300 puntos, un nivel nueve veces más alto que el de los países vecinos.

El Gobierno hizo ayer diferentes gestos que en vez de invitar a los argentinos a sumar inversiones y a generar empleos genuinos locales ahuyentan todavía más a los
que pueden reunir algo de dinero.

Una de las dos malas señales de ayer fue puramente administrativa. El ministro Massa anunció avances en el intercambio de información financiera con EE.UU., donde supone que hay cuentas con depósitos no declarados de argentinos por unos US$ 100.000 millones. El ministro cree que con eso se podrá aumentar la recaudación buscando gente que eludió impuestos. Y la respuesta inmediata de tributaristas expertos fue contundente y única: EE.UU. tiene acuerdos de este tipo con cien países, brinda datos puntuales, por pedidos únicos, y si encuentra que hay algún tipo de filtración en la información, suspende inmediatamente el intercambio, como hizo con México, entre otros países. Y, ayer mismo, la página del Indec fue hackeada y sus números fueron espiados, por lo que este camino seguido por Massa se parece más a una intimidación, enviando al mismo tiempo un proyecto de ley de blanqueo, a un Congreso que está en llamas desde la sesión escandalosa de la semana pasada.

EL ECONOMISTA

Más noticias