En sus últimas reuniones del año, tanto la Reserva Federal como el Banco Central Europeo subieron la tasa de interés medio y punto y cerraron un 2022 que los tuvo como grandes protagonistas. 

Fueron endureciendo las condiciones monetarias durante el año dejando en claro que la prioridad era bajar la tasa de inflación aunque eso impactase negativamente en el nivel de actividad. Si bien la inflación comenzó a desacelerase, todavía no lo ha hecho lo suficiente como para que las tasas de interés dejen de subir. 

Por lo tanto, los mercados descuentan que la tendencia alcista continuará en los primeros meses de 2023, pero  a partir de que alcancen determinado nivel, más de 5% en Estados Unidos y 3% en la zona euro, podrían seguir caminos divergentes, porque mientras el BCE mantendría la tasa hasta fin de año, la Fed podría comenzar a bajarla. 

EL ECONOMISTA

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