Con el fallo condenatorio por la causa vialidad, con una pena de 6 años de prisión y un decomiso por $84.835 millones, escuchando el caso como un eco de fondo, los inversores, analistas y el mercado local estuvieron enchufados en elementos que ayer mostraron que la situación está pasando de claro a oscuro. El dólar fuga pegó un salto, los bonos argentinos volvieron a bajar, por lo que el riesgo país se empinó de nuevo. Pero lo que parece más grave, la sequía se alarga, la siembra de la cosecha gruesa se demora, y el precio de la soja pegó ayer un nuevo salto en la Bolsa de Rosario, lo cual complica a la alimentación de ganado, aves, y puede generar problemas con la carne, la leche y la harina, en un mes de diciembre que está arrancando con subas de hasta el 10% en frutas y verduras.
Esta situación vino coronada por un contexto internacional que tampoco genera ninguna confianza. La economía norteamericana sigue entregando datos que muestra que continúa con altos niveles de actividad, por lo que se plantea la posibilidad de que la Fed pueda llegar a decidir otro aumento firme en la tasa de interés corta que determinará el miércoles próximo, sobre todo porque un día antes se conocerá cuál fue la inflación norteamericana de noviembre. Y si ese número es malo, hay alguna chance de que en vez de subir la tasa “sólo” medio punto como venía esperando el mercado, Jerome Powell pueda decidir algo más. Lo que ya está casi confirmado es que la tasa final se estirará hasta el tasa 5,25% anual y por un tiempo prolongado.
Ante eso, los bancos de inversión volvieron a enviarles a sus clientes cartas advirtiéndoles que vienen tiempos difíciles. Así lo hizo por ejemplo David Solomon de Goldman Sachs, también lo planteó Jamie Damond de JP Morgan, precisando que existen más posibilidades de que la recesión sea más fuerte que lo esperado y que llegue más pronto que tarde. Y sumándose al Deustche Bank, que le puso un número a la caída de Wall Street: 33%, todos los inversores se pusieron en alerta y ayer la Bolsa de Nueva York volvió a tener otro día negativo, arrastrando a la baja a los ADR argentinos y también castigando a los bonos emergentes, con algo más de daño a los más débiles papeles argentinos.