Con los precios de casi todo sumergidos en una altísima volatilidad, el dato más distintivo que puede sintetizar lo que está pasando con los negocios financieros a nivel global puede ser una movida que hicieron ayer mismo dos de los principales bancos de inversión del mundo. 

Mientras BlackRock decidió vender su participación en Iberdola, una de las mayores empresas de electricidad del mundo, Goldman Sachs decidió comprar lo que vendía, y el paquete accionario de esa firma líder en energías renovables quedó con los árabes de Qatar Investment como mayor accionista con el 8,7% del paquete total, con GS como segunda con el 6,18%.

Ese movimiento que identifica un verdadero desquicio, con movimientos opuestos entre los que más saben, mostró también ayer de qué modo los principales índices de la Bolsa de Nueva York viajaron ayer con subas mayores al 1% durante toda la primera parte del miércoles, para darse vuelta y terminar todos para abajo después de que el titular de la Reserva Federal, Jerome Powell, confirmó que subió la tasa corta de EE.UU. en otros 50 puntos básicos, avisando además en sus siempre muy escuchados comentarios finales que la inflación del 7,1% anual que mostró noviembre en la economía norteamericana sigue siendo amenazante, por lo que debe esperarse para 2023 un horizonte de tasas cortas que pueden escalar hasta 5,25% anual, en algo que se irá viendo según vayan apareciendo los datos de inflación y la reacción de la actividad económica.

EL ECONOMISTA

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