Sin brújula, reaccionando de manera casi masiva a la aparición del último indicador con muchísima ansiedad, los mercados navegaron ayer en un ida y vuelta permanente, como en un serrucho, tratando de adivinar qué reacción pueden llegar a tener los inversores mañana jueves, cuando tanto en EE.UU. como en Argentina se anuncien los datos de inflación de diciembre y de todo 2022.
Ni bien surge un dato que puede plantear una suba de precios no tan sostenida, la cotización de los activos va hacia arriba, Y ni bien se conoce algo que pueda mostrar que los índices inflacionarios siguen entonados, los valores retroceden, con movimientos masivos de capitales que se mueven a muy corto plazo, de modo muy especulativo, y que buscan alguna pista que ayude a dilucidar cómo siguen las cosas.
En ese sentido, ayer hubo dos grandes temas que fueron los que un poco marcaron la batuta de lo que fue ocurriendo: Por un lado, habló el titular de la Reserva Federal, que afirmó que la entidad se seguirá moviendo de manera independiente de la política, aplicando medidas impopulares de corto plazo, pero que son necesarias para ir a números macro homogéneos en no mucho tiempo. Y por otra parte sorprendió el BCRA, que hizo la “U” en la microdevaluación, no solo desacelerando el crawling peg, sino bajando el valor del dólar mayorista, en un día en el que -además- como si no hubiera futuro resolvió endeudarse más con los bancos, chupando depósitos por otro billón de pesos, entregando Leliq a cuatro semanas de plazo.